Bailarinas y sandalias con glamour

Las chanclas ya no son solo ese calzado de batalla para ir a la piscina. De hecho, elegimos unas buenas flip flops con el mismo cuidado con el que seleccionamos los tacones de una boda. Y no es para menos: serán nuestras fieles compañeras durante los días más calurosos del verano, pisando desde arena ardiente hasta suelos resbaladizos de piscina. Por eso, más allá de su diseño, necesitamos que estén a la altura en comodidad y resistencia. Y sí, también que nos enamoren a primera vista.

Las bailarinas pueden ser elegantes, cómodas y absolutamente versátiles: las bailarinas han recorrido un largo camino desde los escenarios del ballet hasta convertirse en un imprescindible del estilo urbano.

Este calzado nace del universo de la danza clásica, cuando en el siglo XVIII la bailarina Marie Camargo revolucionó el vestuario escénico quitando los incómodos tacones de sus zapatillas para ganar libertad de movimiento. Con los años, estas siluetas evolucionaron gracias a figuras como Salvatore Capezio y Claire McCardell, quienes las llevaron de los teatros a las calles.

Y si hablamos de iconos, imposible no pensar en Brigitte Bardot y Audrey Hepburn, que convirtieron las bailarinas en símbolo de elegancia relajada durante los años 50.

En España, también tienen su propia historia: las famosas manoletinas —inspiradas por el torero Manolete— se convirtieron en una versión nacional de este zapato que, generación tras generación, sigue siendo un básico de fondo de armario.

 Originalmente se distinguían por tener la punta redondeada, aunque hoy en día existen modelos con una gran variedad de formas y estilos. Desde que pasaron del escenario al mundo de la moda, se han identificado por su sencillez y elegancia. Sin embargo, su gran versatilidad también las hace ideales para looks más informales , relajados incluso divertidas.